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Foto del escritorAnita Grondona

Actualizado: 12 jul 2023

Federico Voltan


"El impacto del optimismo en el crecimiento personal”


Una vez leí que ser optimista te brinda más posibilidades de lograr cualquier cosa que te propongas e incluso superar cualquier obstáculo de la vida. Es como enfrentar cualquier camino con mayor confianza, intuyendo que lo lograrás. Me pregunto, ¿de dónde proviene el optimismo? ¿Dónde nace?


Sin duda, empezaría diciendo que se origina en la visión de cada persona. La visión sobre el mundo, la visión de las posibilidades que se abren, las esperanzas y la fe. El optimismo es confianza y esperanza. Es autodeterminación y alimentar tu fuerza para enfrentar cualquier cosa. Si desde el principio ya pienso que no voy a lograr algo, no sería obvio que no lo lograré, o tal vez lo logre, pero seguramente tendré muchas menos posibilidades. Si pensamos que nada es 100%, que todo es un juego de probabilidades y posibilidades, entonces al pensar en algo, abro o cierro posibilidades. Con optimismo, estoy seguro de que aumentaré las posibilidades de lograrlo y, por el contrario, con pesimismo, estoy seguro de que reduciré esas posibilidades también.


Compartamos un ejemplo:

No sabía hacer malabares, ni siquiera con 2 pelotas en una mano. Nunca lo había intentado. Así que comencé a intentarlo, un día al azar, a jugar con las pelotas y ver si podía hacerlo. Al principio, me di cuenta de que era imposible, que nunca lo lograría, eso fue lo primero que mi mente me dijo. Mi mente parecía muy honesta y clara. "Sos muy malo en esto, no tenes habilidades, deja de intentarlo, déjalo ir, deja de perder el tiempo". Sin embargo, decidí no escuchar mi mente, y seguí intentando y la frustración fue enorme. Comenzó a surgir desde mi interior una sensación de gran enojo y enorme frustración. Era como sintiera un calor en el centro del pecho, muy fuerte, molesto, una bronca enorme que me dominaba y me daban ganas de golpear y romper cosas. Y veía que mientras seguía internado a pesar de toda esas emociones,y el progreso en cada intento era mínimo. Después de 10 minutos de intentarlo con dos pelotas en una mano, solo pude atrapar una pelota en el segundo lanzamiento. Fue absolutamente frustrante.


Pese a todo, sabiendo que estaba explorando mi mente, mis emociones y analizando mi comportamiento, decidí continuar y abrazar los pequeños pasos que iba conquistando. Como método de entrenamiento de la técnica, comencé a pensar en ideas y reflexionar sobre todo el proceso para obtener mejores resultados. Luego evaluaba mis movimientos para ver dónde había cuellos de botella que bloquearan mi progreso. Así, diseñé mi propio método y proceso. Descubrí que atrapar y lanzar una pelota al aire me llevaba más tiempo del necesario. Así que empecé a practicar atrapando y lanzando una sola pelota rápidamente, para reducir el tiempo con mejor de la práctica, así lo hice muchas veces. Más tarde, me di cuenta de que la velocidad de mi mano no era suficiente para atrapar la segunda pelota después de lanzar la que tenía en mi mano. Entonces, comprendí que necesitaba más tiempo. Acto seguido, empecé a lanzar las pelotas más alto para tener más tiempo para atraparlas. Luego surgió otro problema, era que el lanzamiento de la pelota estaba muy lejos de mi alcance, así que comencé a practicar lanzando la pelota a una distancia más cercana, más uniforme y más recta. De hecho, practiqué lanzando la pelota hacia arriba, pero estando de rodillas, de esa manera podía dimensionar si el lanzamiento hacia arriba estaba en un círculo cercano, lo suficientemente cerca para atraparlo nuevamente. Cuando lo hacía parado, si la lanzaba muy lejos podía caminar hacia la bola atraparla y no tomaba conciencia de lo lejos que la tiraba. El ir desglosando cada paso del proceso me ayudó a ser consciente de las fallas y a encontrar un práctica para solucionar cada problema que estaba afectando el resultado final.


Después de unos días, me enfoqué en "no escuchar mis pensamientos ni a mi mente", decidí conscientemente ser muy optimista, a pesar de que realmente era un desastre, no podía hacerlo casi ni con una bola y pensé en seguir adelante, estaba con ganas de probar, que pasaba si le ponía tanto empeño a este deseo, quería pensar, tomar conciencia, evaluar errores, aprender de los errores, confiar en el proceso y ejecutar nuevas ideas. A esa altura del proceso, ya sabía que esta batalla era muchísimo más significativa que aprender a hacer malabares, era una lucha y un aprendizaje enorme para mi propia vida. De un momento a otro, y luego de mucha paciencia, los cambios se empezaron a notar, el progreso fue enorme, rápidamente pasé a hacer malabares con 2 pelotas en cada mano. Y ahí mi confianza y optimismo se triplicaron. La mano derecha era mejor que la izquierda, pero ahora podía hacerlo con ambas. De repente, la motivación, la alegría, el impulso y la tolerancia a la frustración aumentaron rápidamente. Así que decidí ir por más, quería aprender a hacerlo con 3 pelotas en el aire. No tenía idea de la técnica, así que empecé por mi cuenta a practicar y analizar cómo creía que se podía hacer. Me costó varios días, frustraciones, intentos, evaluaciones, hasta que no sé qué sucedió, un día de repente, la primera vez que lo intenté, salió. No podía dejar de gritar, sonreír, saltar y celebrar. Ese optimismo se convirtió en un sentimiento muy fuerte y vivo, sentí como si hubiera obtenido un campeonato, y lo más hermoso fue que lo estaba disfrutando mucho. A partir de ahí, también aprendí nuevos trucos con 3 pelotas, hoy en día puedo hacer alrededor de 4 o 5 trucos, y puedo hacerlo con todo tipo de tamaños de pelotas, golf, cricket, hockey, tenis, fútbol, rugby, básquetbol e incluso mezcladas entre sí. Es muy divertido y realmente lo disfruto, además parece que lo hago de forma natural. Muchas veces me cruzo con pelotas y lo hago para chequear si el talento sigue ahí, y si, mi cerebro ya lo guardo y lo hago fácilmente. Curiosamente, enfrente de otros, sobre todo chicos, me ven y me piden intentarlo y fracasan inmediatamente. Es ahí es cuando me reconocen y me felicitan por mi talento, y por dentro recuerdo que no fue talento, fue optimismo, ambición, paciencia, tolerancia a la frustración, bronca, alegría, proceso y tenacidad.

Ahora llevo un mes intentando hacerlo con 4 pelotas al mismo tiempo. Ya vi tutoriales en YouTube para entrenarme y aplico toda la experiencia anterior. Realmente parece imposible, y mi mente también está siendo muy mala conmigo. Pero ya aprendí que mi mente tiende a ocultarme cosas. Intento decirle a mi mente que "es muy difícil, pero lo voy a intentar, con optimismo y trabajo". Y las posibilidades ciertamente aumentaron. Ayer hice 8 lanzamientos con cuatro pelotas después de 1 mes de práctica, no todos los días, pero 3 veces a la semana. Sin duda está llegando, puedo sentirlo. Tan pronto como hice los 8 lanzamientos/atrapes, no podía creerlo. Estaba tan emocionado que empecé a bailar y gritar.


Si el optimismo siempre aumenta todas las posibilidades, las probabilidades e incluso hace que el camino sea más agradable, alegre y placentero. Si el optimismo modifica las emociones negativas por emociones positivas. Si el optimismo libera tu potencial y te permite descubrir el talento que no sabías que tenías. ¿Por qué no somos siempre optimistas con todo?

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Foto del escritorAnita Grondona

Actualizado: 12 jul 2023

Federico Voltan


El 5 de mayo se cumplen años desde que Joaco Brinnand, un amigo, nos dejó físicamente. Quisiera hoy compartir estas palabras, un poco porque lo siento vivo siempre conmigo y esto es un homenaje que quisiera rendirle.


¡Qué rápido pasó el tiempo! ¡Qué raro fue todo! En mi vida, lo que pasó con Joaco fue la pérdida más cercana que me ha tocado vivir y la verdad que me dolió muchísimo, pero cada día que pasa, agradezco a Dios haberlo cruzado en mi camino, haberlo conocido, haber compartido algunas cosas con él y que me haya enseñado tanto.


Digo que compartí algunas cosas porque sinceramente a Joaco lo conocí hace poco tiempo. Primero lo tenía de vista en la facultad, con su cabello de rulos largo, lo veía y sabía quién era, pero no coincidimos en ninguna materia y por eso ni nos saludamos. Pero poco a poco hubo gente que me empezó a hablar de él. Me llegaban comentarios como "qué fenómeno Joaco", "qué gracioso qué es", "qué buen jugador de rugby es", "qué buen pibe", cosas que iba escuchando de él, yo lo tenía solo de vista y amigos míos me decían esto de él y es como que pensaba tengo que conocerlo. Es como si dijera, ya está, en algún momento me lo cruzo y lo conoceré.


La primera vez que coincidimos fue en un entrenamiento del seleccionado de rugby de Buenos Aires de menores de 20 y ahí estábamos en un grupo grande y me acuerdo que hacía reír a varios y tenía una onda impresionante. Después abandonó ese plantel porque él ya estaba con otras cosas, jugaba en la primera de su club CASI, entrenaba con los pumitas y ya jugaba con el seleccionado mayor de Buenos Aires. El acercamiento más fuerte vino cuando el seleccionado de Buenos Aires mayor le ganó la final a Tucumán en el 2006, ahí ya teníamos buena onda. Estábamos en el tercer tiempo, me acuerdo que venía el "Chelito" Bosch, "Corcho" Lobbe, "Felo" Aranguren, Agus Creevy, y jodían mucho, y ahí me metían a mí a joder con él. Joaco imitaba al narigón de TN, "cuando parecía que todo era del equipo charrúa, apareció la magia de..." y a mí me hacían imitar a Sandro que ni sabía cómo hacerlo, pero a la gente le divertía.


Ahí empezamos a conocernos más y más. Ya en la facultad, nos cruzamos con la mejor onda y de a poco íbamos conociéndonos. Después nos tocó cursar juntos y demás. La química que teníamos era impresionante, nos cagamos de risa, jodíamos, hablamos de la vida, él me cagaba a pedos porque yo no estudiaba o quería dejar tal o cual materia, hablamos de todo, nos contábamos intimidades, era con una química natural, difícil de explicar, como si nos conociéramos de toda la vida. Todos me decían que lo tenía que conocer, y la verdad que era así, estábamos destinados a conocernos. A mí me encantaba su forma de ser, su simpleza, era increíble, la facilidad que tenía para hacerse amigos, en la facultad lo saludaban todos y lo conocían de verdad, hasta los "nerds", pero él no los conocía porque los usaba para estudiar, él sabía la vida de ellos de verdad, su relación con todas las personas era genuina, sin buscar nada a cambio. Era una persona muy fácil de querer y con un humor impresionante, irradiaba alegría y risas por donde pasará, además tenía mucha constancia para el estudio, siempre ocupado con tantas citas rugbísticas, y sin embargo él se preocupaba por los exámenes y demás. Yo lo incentivaba a que se dedicara al rugby, pero no, él quería ser ingeniero y a mí me ayudaba siempre a meterle pilas.

Recuerdo ir muchísimo al barrio de Vicente López a estudiar a su casa, incluso quedarme a dormir. Le gustaba mucho escuchar "Clasiqueros", o todo tipo de canciones transformadas a cumbia. El hermano o alguien amigo trabajaba en algo de queso y la heladera estaba llena de quesos, y Joaco sabía que me volvían locos los quesos, así que estudiábamos y le entrábamos al queso como nunca. Un día me preparó una provoleta, imagínate, fue uno de los días más felices para estudiar. Cómo olvidar los sándwiches de berenjenas al escabeche impresionantes, él también sabía que era otro gran gusto que compartíamos. Éramos 3 estudiando con Jero Bunge, otro compañero de la facultad, y éramos un grupo con gran afinidad en todo sentido. Yo quería hinchar las bolas todo el tiempo, Joaco hinchaba pero se ponía a estudiar y Jero sabía que le costaba estudiar solo, entonces nos intentaba motivar para que lo motivemos. Joaco lo que le divertía tirarse pedos, le parecía algo gracioso, le encantaba contar historias de pedos y celebraba alguno que ocurriera, mientras Jero que los odiaba se calentaba mal y con Joaco nos matabamos de risa. Una vez nos juntábamos a estudiar Física un domingo al mediodía, materia que a mí no me gustaba nada, y el día anterior hubo una fiesta en el club, así que yo llegué pasado el mediodía, muy cansado y con resaca y me tiré en el sillón, mientras ellos estudiaban y se reían de mí, encima cuando me desperté convencí a Joaco de que jugáramos un partido de play.


Joaco era algo único. Estaba pelado por los tratamientos de quimioterapia que se hacía hace ya varios meses y nos decía a nosotros, "me está creciendo un poco el pelo, me voy a rapar así los profesores me aprueban por lástima" y se cagaba de risa. Nosotros nos reíamos con él y con su excelente humor.


Fue realmente poco el tiempo que lo conocí, fueron 4 años, y encima 1 solo año antes de que le agarraron los dolores. Hoy en día tengo más el recuerdo de un Joaco pelado y flaco, que del grandote de rulos rubios y ultra buen mozo. Su físico cambió mucho, pero lo que no cambió nunca fue su forma de ser, su forma de ver la vida, su esencia, su relación con los demás. Joaco es para mí un ejemplo de vida todos los días, siempre me acuerdo de él y me ayuda a ser feliz de verdad. Veo cómo él llevaba las cosas, cómo intentaba luchar por todo y trato de imitarlo en mi día a día. Intento en mi vida no bajar los brazos nunca como él lo hacía, trato de meterle al estudio como él hacía, trato de vivir de buen humor como él hacía, trato de ser humilde como él, trato de ser simple y abierto como él, y de no perder nunca el humor y en ningún momento como hacía él, por más que todo esté mal o parezca que esté mal.


Fueron 4 años, sí, y fueron pocos momentos, sí, pero qué intensos fueron esos pocos momentos, qué alegría me da recordar cada uno de ellos y cuánto me dejó en tan poco tiempo. Fueron pocos porque Joaco tenía una vida social muy fuerte, tenía muchísimos amigos de verdad, y los veía a cada uno de ellos, además le daba mucha importancia a la familia y a la novia. Era un tipo que sabía lo que era lo importante en la vida y él le daba muchísima importancia. Tengo muchos más recuerdos pero con estos me alcanza por hoy.


Gracias Joaco, todavía estás entre nosotros para mí todos los días y es enorme el agradecimiento que tengo a la vida porque te hayas cruzado en mi camino y me hayas enseñado tanto. Donde quiera que estés, alzo mi copa por vos. Saludo, amigo. Con todo mi amor, Fede.

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