Federico Voltan
El 5 de mayo se cumplen años desde que Joaco Brinnand, un amigo, nos dejó físicamente. Quisiera hoy compartir estas palabras, un poco porque lo siento vivo siempre conmigo y esto es un homenaje que quisiera rendirle.
¡Qué rápido pasó el tiempo! ¡Qué raro fue todo! En mi vida, lo que pasó con Joaco fue la pérdida más cercana que me ha tocado vivir y la verdad que me dolió muchísimo, pero cada día que pasa, agradezco a Dios haberlo cruzado en mi camino, haberlo conocido, haber compartido algunas cosas con él y que me haya enseñado tanto.
Digo que compartí algunas cosas porque sinceramente a Joaco lo conocí hace poco tiempo. Primero lo tenía de vista en la facultad, con su cabello de rulos largo, lo veía y sabía quién era, pero no coincidimos en ninguna materia y por eso ni nos saludamos. Pero poco a poco hubo gente que me empezó a hablar de él. Me llegaban comentarios como "qué fenómeno Joaco", "qué gracioso qué es", "qué buen jugador de rugby es", "qué buen pibe", cosas que iba escuchando de él, yo lo tenía solo de vista y amigos míos me decían esto de él y es como que pensaba tengo que conocerlo. Es como si dijera, ya está, en algún momento me lo cruzo y lo conoceré.
La primera vez que coincidimos fue en un entrenamiento del seleccionado de rugby de Buenos Aires de menores de 20 y ahí estábamos en un grupo grande y me acuerdo que hacía reír a varios y tenía una onda impresionante. Después abandonó ese plantel porque él ya estaba con otras cosas, jugaba en la primera de su club CASI, entrenaba con los pumitas y ya jugaba con el seleccionado mayor de Buenos Aires. El acercamiento más fuerte vino cuando el seleccionado de Buenos Aires mayor le ganó la final a Tucumán en el 2006, ahí ya teníamos buena onda. Estábamos en el tercer tiempo, me acuerdo que venía el "Chelito" Bosch, "Corcho" Lobbe, "Felo" Aranguren, Agus Creevy, y jodían mucho, y ahí me metían a mí a joder con él. Joaco imitaba al narigón de TN, "cuando parecía que todo era del equipo charrúa, apareció la magia de..." y a mí me hacían imitar a Sandro que ni sabía cómo hacerlo, pero a la gente le divertía.
Ahí empezamos a conocernos más y más. Ya en la facultad, nos cruzamos con la mejor onda y de a poco íbamos conociéndonos. Después nos tocó cursar juntos y demás. La química que teníamos era impresionante, nos cagamos de risa, jodíamos, hablamos de la vida, él me cagaba a pedos porque yo no estudiaba o quería dejar tal o cual materia, hablamos de todo, nos contábamos intimidades, era con una química natural, difícil de explicar, como si nos conociéramos de toda la vida. Todos me decían que lo tenía que conocer, y la verdad que era así, estábamos destinados a conocernos. A mí me encantaba su forma de ser, su simpleza, era increíble, la facilidad que tenía para hacerse amigos, en la facultad lo saludaban todos y lo conocían de verdad, hasta los "nerds", pero él no los conocía porque los usaba para estudiar, él sabía la vida de ellos de verdad, su relación con todas las personas era genuina, sin buscar nada a cambio. Era una persona muy fácil de querer y con un humor impresionante, irradiaba alegría y risas por donde pasará, además tenía mucha constancia para el estudio, siempre ocupado con tantas citas rugbísticas, y sin embargo él se preocupaba por los exámenes y demás. Yo lo incentivaba a que se dedicara al rugby, pero no, él quería ser ingeniero y a mí me ayudaba siempre a meterle pilas.
Recuerdo ir muchísimo al barrio de Vicente López a estudiar a su casa, incluso quedarme a dormir. Le gustaba mucho escuchar "Clasiqueros", o todo tipo de canciones transformadas a cumbia. El hermano o alguien amigo trabajaba en algo de queso y la heladera estaba llena de quesos, y Joaco sabía que me volvían locos los quesos, así que estudiábamos y le entrábamos al queso como nunca. Un día me preparó una provoleta, imagínate, fue uno de los días más felices para estudiar. Cómo olvidar los sándwiches de berenjenas al escabeche impresionantes, él también sabía que era otro gran gusto que compartíamos. Éramos 3 estudiando con Jero Bunge, otro compañero de la facultad, y éramos un grupo con gran afinidad en todo sentido. Yo quería hinchar las bolas todo el tiempo, Joaco hinchaba pero se ponía a estudiar y Jero sabía que le costaba estudiar solo, entonces nos intentaba motivar para que lo motivemos. Joaco lo que le divertía tirarse pedos, le parecía algo gracioso, le encantaba contar historias de pedos y celebraba alguno que ocurriera, mientras Jero que los odiaba se calentaba mal y con Joaco nos matabamos de risa. Una vez nos juntábamos a estudiar Física un domingo al mediodía, materia que a mí no me gustaba nada, y el día anterior hubo una fiesta en el club, así que yo llegué pasado el mediodía, muy cansado y con resaca y me tiré en el sillón, mientras ellos estudiaban y se reían de mí, encima cuando me desperté convencí a Joaco de que jugáramos un partido de play.
Joaco era algo único. Estaba pelado por los tratamientos de quimioterapia que se hacía hace ya varios meses y nos decía a nosotros, "me está creciendo un poco el pelo, me voy a rapar así los profesores me aprueban por lástima" y se cagaba de risa. Nosotros nos reíamos con él y con su excelente humor.
Fue realmente poco el tiempo que lo conocí, fueron 4 años, y encima 1 solo año antes de que le agarraron los dolores. Hoy en día tengo más el recuerdo de un Joaco pelado y flaco, que del grandote de rulos rubios y ultra buen mozo. Su físico cambió mucho, pero lo que no cambió nunca fue su forma de ser, su forma de ver la vida, su esencia, su relación con los demás. Joaco es para mí un ejemplo de vida todos los días, siempre me acuerdo de él y me ayuda a ser feliz de verdad. Veo cómo él llevaba las cosas, cómo intentaba luchar por todo y trato de imitarlo en mi día a día. Intento en mi vida no bajar los brazos nunca como él lo hacía, trato de meterle al estudio como él hacía, trato de vivir de buen humor como él hacía, trato de ser humilde como él, trato de ser simple y abierto como él, y de no perder nunca el humor y en ningún momento como hacía él, por más que todo esté mal o parezca que esté mal.
Fueron 4 años, sí, y fueron pocos momentos, sí, pero qué intensos fueron esos pocos momentos, qué alegría me da recordar cada uno de ellos y cuánto me dejó en tan poco tiempo. Fueron pocos porque Joaco tenía una vida social muy fuerte, tenía muchísimos amigos de verdad, y los veía a cada uno de ellos, además le daba mucha importancia a la familia y a la novia. Era un tipo que sabía lo que era lo importante en la vida y él le daba muchísima importancia. Tengo muchos más recuerdos pero con estos me alcanza por hoy.
Gracias Joaco, todavía estás entre nosotros para mí todos los días y es enorme el agradecimiento que tengo a la vida porque te hayas cruzado en mi camino y me hayas enseñado tanto. Donde quiera que estés, alzo mi copa por vos. Saludo, amigo. Con todo mi amor, Fede.
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